Un pedacito de cielo

Los jardineros que cuidan la plaza que lleva el nombre de San Josemaría en la comuna de Vitacura, en Santiago de Chile, pidieron que se celebrara una Misa en el lugar para agradecerle al Santo su ayuda y protección.

El padre Eduardo Howard, párroco de la Iglesia Inmaculada Concepción de Vitacura, celebró la Santa Misa con jardineros de la plaza San Josemaría Escrivá de Balaguer

Una mañana, al llegar a la plaza San Josemaría Escrivá de Balaguer, en la comuna de Vitacura, María Isabel se sorprendió al ver el cuidado con que uno de los jardineros barría las hojas caídas sobre el césped.

“Para nosotros, este es un pedacito de Cielo y lo cuidamos”, dijo el jardinero como explicación.

La plaza, un remanso verde entre un enjambre de autopistas, tiene un busto de San Josemaría con la oración de la estampa en su pedestal. Después de un rato de conversación, María Isabel, que está encargada de velar por el mantenimiento del lugar, se dio cuenta de que los seis jardineros que lo cuidan hablaban con San Josemaría y le pedían su ayuda aún sin saber nada de él.

“Al ver la devoción que le tenían al Santo, les pregunté si les gustaría celebrar el cumpleaños de San Josemaría el 9 de enero y se mostraron encantados, recuerda María Isabel. Ese día, cuando llegué con la torta a la hora en que entran a trabajar, hacía ya media hora que estaban allí y habían barrido y regado la plaza. Los rayos del sol se reflejaban en las hojas húmedas de árboles y flores y el lugar se veía precioso. Prendimos las velitas y cantamos el “Cumpleaños feliz” formando una medialuna alrededor de la estatua de San Josemaría. Al final, después de comer la torta y compartir un rato, los animé a que cada uno pidiera algo al Santo en voz alta. El primero que habló, en vez de pedir, dio gracias a San Josemaría, lo mismo el segundo, el tercero y todos los demás. La señora María, después de agradecer, pidió  “que se celebrara una Misa en este lugar sagrado.” 

Ofrenda al Señor de las herramientas de jardinería durante la Santa Misa

“Pensé que era algo muy difícil de conseguir, cuenta Maria Isabel, pero fui a hablar con el padre Eduardo Howard, párroco de la Iglesia de la Inmaculada Concepción y le expliqué que los jardineros querían agradecer todos los favores que habían recibido: sentirse protegidos al salir y volver a sus casas; el cuidado de los enfermos que debían dejar solos al venir al trabajo; el trato digno que reciben en la empresa; la amistad que se ha desarrollado entre ellos; la confianza con sus jefes, todas cosas que atribuyen a la intercesión clara y manifiesta de San Josemaría.”

El párroco aceptó encantado y dijo que la plaza le era muy familiar porque en sus ratos de descanso la recorre en bicicleta.

“En este lugar ustedes trabajan y sienten la protección de San Josemaría”

El día de la Misa amaneció lloviendo. Era vital que dejara de llover porque el altar de madera, prestado por el colegio Los Alerces, no se podía mojar. No parábamos de rezar. El primero que llegó fue el padre Eduardo y aseguró que diría la Misa de todas maneras porque la lluvia es siempre una bendición.”

A las tres de la tarde, el cielo, todavía gris y tormentoso, había dejado de derramar agua. Una colorida multitud, vestida con el uniforme verde y amarillo de la Municipalidad, rodeaba el altar, con la estatua de San Josemaría como fondo. Allí estaban no sólo los que mantienen la plaza sino todos los jardineros de la comuna. A un costado, el coro del colegio Cordillera empezó a cantar acompañado del órgano.

Jardineros junto al monumento de San Josemaría Escrivá

“Ustedes, con su trabajo, están en contacto directo con la Creación (…) y contribuyen a alegrar la vida de los habitantes de esta ciudad. (…) Han querido manifestar su agradecimiento con la celebración de la santa Misa en este lugar donde ustedes trabajan y sienten la protección de San Josemaría,” les dijo el párroco.

Al terminar la Santa Misa, se repartieron sándwiches, bebidas y dulces. Algunos jardineros se animaron a dar testimonio de su devoción a San Josemaría ante la cámara. Los demás se amontonaron frente a la estatua para la foto familiar. La señora María decía: “Hay que hacer otra Misa cuando llegue la Primavera y estén todas las plantas en flor.”