Al servicio de los inmigrantes africanos en París

Iván Muray es chileno, tiene 39 años y vive en París hace seis. Cuenta cómo su experiencia de residente en otro país lo llevó a participar en una asociación de la Iglesia que acoge a niños, adolescentes y jóvenes de África, quienes en su mayoría han llegado allí sin sus padres. Él les entrega tiempo, cariño y los ayuda a integrarse a esta nueva cultura.

Un voluntariado de integración cultural

Iván conoció en Chile a la asociación católica Puntos Corazón, que tiene casas en barrios desfavorecidos en varias partes del mundo con voluntarios que acompañan a las personas con necesidades en su vida cotidiana; así fue cómo decidió ir de misión con ellos a Francia. Actualmente, y desde hace seis años, trabaja en un liceo en París, donde da clases en español sobre actualidad e historia política latinoamericana y estudia un Máster en Historia de la Filosofía en Universidad de la Sorbona. Un amigo que conoció en una peregrinación desde Notre Dame a la catedral de Chartres, un recorrido de 100 km a pie en tres días, lo invitó a una charla de formación en el centro del Opus Dei de Garnelles, en París.

Iván cuenta:

“Dentro de las actividades que realizan algunos jóvenes que van a Garnelles, es la de hacer clases de reforzamiento escolar a los migrantes de la asociación "Notre Dame de Tanger" de la hermana Marie-Joseph Biloa, quien se preocupa de recibir y cuidar a niños y jóvenes que llegan sin sus padres desde Nigeria, Ghana, Camerún, entre otros. Si bien estos niños van al colegio para poder terminar sus estudios, necesitan refuerzo sobre todo por el cambio de idioma.

En mi experiencia como inmigrante y mi trabajo que había realizado años atrás con ellos, me di cuenta de la importancia de la integración cultural para que ellos se vayan sintiendo parte del país en el que están. Esa integración pasa por conocer la cultura, por lo que hablé con asociaciones culturales y postulé para que recibieran becas. Cada seis semanas vamos a museos, zoológicos y lugares turísticos en grupos de 10-15 personas que tienen entre 16 y 18 años.

Visita cultural organizada por el centro Garnelles. La integración cultural es un desafío al que llamó el Papa Francisco: “fomentar una cultura del encuentro (…) desarrollar programas que preparen a las comunidades locales para estos procesos de integración”. (Mensaje 104º Jornada Mundial de los Inmigrantes y refugiados 2018).

En general, los migrantes no salen de los barrios en los que viven, no conocen la ciudad y ellos me decían que estas visitas eran una manera de escapar de la rutina y sentirse parte, como uno más, del país. Queremos responder así al llamado que nos hizo el Papa Francisco a que cada familia, cada parroquia, cada institución tiene que preguntarse ¿qué puedo hacer por los inmigrantes?”.

LA ACOGIDA ES EXPRESIÓN DE AMOR, DE ESE DINAMISMO DE APERTURA QUE NOS IMPULSA A PRESTAR ATENCIÓN AL OTRO, A BUSCAR LO MEJOR PARA SU VIDA (...) EN LA MEDIDA EN QUE ESTÁ IMPREGNADA DE ESTA ACTITUD DE APERTURA Y ACOGIDA, UNA SOCIEDAD SE HACE CAPAZ DE INTEGRAR A TODOS SUS MIEMBROS. PAPA FRANCISCO.
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Buscando el sentido de la vida

En mi familia no éramos católicos muy practicantes, pero yo participaba en los scouts de la Parroquia Italiana en Santiago y cada domingo íbamos a Misa. Con el paso de los años me fui dando cuenta que necesitaba darle más contenido a mi vida. En esa búsqueda leí a san Agustín y me di cuenta que la religión es más que la filosofía.

Al finalizar el liceo estudié filosofía en Chile y luego partí a estudiar durante un año a Francia, donde comencé a conversar con un sacerdote de la orden de los dominicos que me orientó en mi búsqueda de dar más sentido a mi vida. Una vez de vuelta en Chile comencé la catequesis para recibir los sacramentos.

Fue en ese tiempo en que conocí a la asociación católica Puntos Corazón, que trabaja en barrios marginales en distintos países y decidí ir de misión con ellos a Francia y ahora estoy en este trabajo en el liceo y estudiando un máster en la universidad.

Visita al Museo du Quai Branly. "Una tierra será fecunda, un pueblo dará fruto, y podrá engendrar el día de mañana sólo en la medida que genere relaciones de pertenencia entre sus miembros, que cree lazos de integración entre las generaciones y las distintas comunidades que la conforma". Papa Francisco, Fratelli Tutti

Cada día toma otra dimensión si ponemos a Dios en el centro

Un amigo que conocí en la Sorbona me invitó a una charla de formación en el centro del Opus Dei Garnelles, lugar de encuentro de universitarios y jóvenes profesionales, y donde viven estudiantes. Ahí, lo que más me llamó la atención, es darme cuenta que lo difícil de cada día toma otra dimensión si ponemos a Dios en el centro; la oración, el rezo del Rosario y la misa han sido un buen cambio y el motor para vivir cada día.

También comienzas a ver el trabajo con otros ojos. No es solo ganar un sueldo, es tener conciencia de que si trabajas bien por amor a Dios, la vida cobra muchísimo más sentido. Para mí, ha sido un lujo experimentar lo que es tener una vida espiritual. Soy cooperador del Opus Dei hace tres años y participo en clases de formación, conferencias, charlas que da un sacerdote en el centro.

Este sentido de pertenencia y de vida de familia que se respira en Garnelles, fue muy patente también durante la pandemia. Las comunidades católicas se mantuvieron muy unidas, porque uno se siente parte de la Iglesia y no estás solo.

Uno tiene la necesidad de ser útil, de compartir sus conocimientos, de ayudar; y como extranjero valoro mucho este servicio a los inmigrantes porque yo también soy uno de ellos”.