“Le debo al Opus Dei la pasión por la libertad”

Alejandro Serani vive en Santiago (Chile). Es neurólogo y fue nombrado por el Papa Benedicto XVI como uno de los setenta miembros ordinarios de la Academia Pontificia para la vida. Está casado con Maritza Busquets, también médico, y es supernumerario del Opus Dei.

El doctor Alejandro Serani, de Chile

A raíz de su nombramiento por el Papa Benedicto XVI como uno de los setenta miembros ordinarios de la Academia Pontificia para la Vida, el neurólogo chileno Alejandro Serani Merlo, supernumerario del Opus Dei, fue entrevistado por la revista El Sábado, deEl Mercurio.

Una de las preguntas que le hicieron fue si su vinculación al Opus Dei había significado una limitación en su búsqueda de una visión integradora de la Filosofía.

"Yo le debo al Opus Dei esta pasión por la libertad –respondió–. Muy tempranamente, sentí que la libertad tenía que ser empleada a fondo, sin temor. "Ama y haz lo que quieras": siempre entendí de esa manera el Evangelio. "La verdad os hará libres", jamás sentí una contradicción teórica; existenciales podrán haber; de hecho, las hay...".

Alejandro, especialista en bioética, casado con Maritza Busquets y padre de ocho hijos, es profesor de la Universidad de los Andes. Allí lidera un grupo de trabajo cuya originalidad consiste en abordar los problemas bioéticos desde una perspectiva interdisciplinaria, que conjuga un conocimiento científico con una fuerte base filosófica.

Para él, "la Filosofía es algo vivo, una actividad del espíritu que está en contacto y en diálogo con la naturaleza, la ciencia, la política, la historia... No puede faltar en la Filosofía la visión integradora, que permite el diálogo interdisciplinario... Algo que se perdió a partir del siglo XVII, cuando el mundo de la naturaleza quedó asignado a los científicos y el mundo del espíritu, a los filósofos".

Considera que "una de las grandes razones del alejamiento de Dios por parte de la Filosofía tiene que ver con la pérdida de su contacto con la naturaleza, porque ese es justamente el mundo de la creación de Dios".

Alejandro Serani ha tenido el privilegio de asistir al desarrollo de la Academia casi desde sus inicios, pues participa activamente en calidad de miembro correspondiente desde 1996. Por eso, aclara que "no todo es tan nuevo, si bien este nombramiento constituye un cambio cualitativo y una responsabilidad muchísimo mayor." Confiesa con humildad que para llevar adelante dignamente esta tarea espera apoyarse "muy especialmente en la sabiduría, el consejo y la oración de mis colegas y alumnos de la Universidad de los Andes".

–¿Lo distraerá el trabajo de la Academia de sus ocupaciones universitarias?

–Por el contrario, pienso que debiera ayudar a centrarme mejor en lo esencial, y a profundizar más aún en las cuestiones biofilosóficas, antropológicas y bioéticas que constituyen el centro de la investigación y de la docencia en nuestro grupo de trabajo en Bioética.

–¿Cómo trabaja la Academia para la Vida?

–Su actividad colectiva más importante es la Asamblea Anual, que se lleva a cabo en el Vaticano, normalmente a fines de febrero, y en la que se abordan grandes temas que dicen relación con el campo de interés y las finalidades de la Academia. Como ponentes y participantes en estas sesiones de trabajo se invita también a expertos que no forman parte de la Academia y que eventualmente podrían ser ajenos a la Iglesia Católica.

–¿Qué temas se han abordado últimamente?

–El año pasado se abordó el estatuto antropológico del embrión preimplantatorio y este año se trabajará sobre ‘La conciencia cristiana en la defensa de la vida’, donde se discutirá, entre otros, el debatido problema de la objeción de conciencia. Con los resultados de estos estudios se publica un libro en inglés y en italiano, que se difunde entre los estudiosos, los interesados en el ámbito político y de la cultura y los que tienen responsabilidades de gobierno tanto dentro como fuera de la Iglesia.

–¿Qué tipo de investigación desarrolla en la Universidad de los Andes?

–La originalidad de nuestro grupo de trabajo es que aborda los problemas bioéticos desde una perspectiva interdisciplinaria, que conjuga un conocimiento científico con una fuerte base filosófica. La Filosofía de los seres vivos o biofilosofía constituye para nosotros el centro articulador. Gracias a un proyecto financiado por la Dirección de Investigación, estamos estudiando cuestiones paleontológicas y filosóficas acerca del origen del hombre que encuentran su aplicación en problemas aparentemente distantes como el estatuto antropológico y ético del embrión, el genoma o los pacientes en estado vegetativo persistente.

"Es un campo vasto, complejo y fascinante de investigación, que permite integrar conocimientos desde áreas muy dispersas en una visión más coherente y unitaria. Los temas que estamos investigando y el modo interdisciplinario en que los abordamos nos acercan a lo que es la esencia más genuina de la vida universitaria".