Kazajstán: unir a través de la amistad

En este país de Asia central, antigua república soviética, los católicos constituyen una minoría, con menos del 1% de la población, que es de 18,6 millones de habitantes. Sin embargo, son muchas las actividades que ellos sacan adelante para el beneficio de la sociedad kazaja, en especial en el área de la cultura, la educación y la solidaridad. Álvaro López, chileno de 29 años, nos habla de su experiencia en esa nación donde vive hace 10 años.

Álvaro –el cuarto de izquierda a derecha–, celebrando su último cumpleaños con amigos.

–¿Cómo llega un chileno a Kazajstán?

Llegué a Kazajstán en septiembre de 2012. Siendo numerario de la Obra, trato de estar disponible para los apostolados que realizamos. Así fue que, empezando mis años universitarios, los directores me propusieron trasladarme a Kazajsán para cursar mis estudios y ayudar en la labor que hace el Opus Dei. Acepté pensando que podría ayudar mucho en este lejano país de Asia Central, y también en que sería una aventura humana muy increíble. Creo que tengo ese espíritu de aventura que hace posible estos cambios. Gracias a Dios todo salió muy bien, pude adaptarme de forma rápida y aprender el idioma ruso, el más difundido en Almaty, la ciudad en donde vivo. Kazajstán es hoy un país que quiero mucho, y que considero como mi segunda patria.

–¿Qué estudiaste y en qué trabajas?

En Chile empecé Ingeniería Civil, pero tuve dificultades para seguir esa carrera en Kazajstán, por lo que opté por las Finanzas, mi otra pasión. Sin embargo no pude comenzar a estudiar enseguida, ya que debía primero saber el idioma local, del que no conocía absolutamente nada. Me inscribí en una academia de idiomas para aprender ruso durante un año.

Álvaro con el típico traje kazajo y un águila de caza.
Álvaro con el típico traje kazajo y un águila de caza.

La lengua de Pushkin no es nada fácil, pero con esfuerzo y la ayuda de mucha gente, pude. Actualmente trabajo en un banco, en el área de riesgos. Debido a la pandemia fue bastante complicado encontrar una ocupación, pero gracias a Dios apareció esta oportunidad, y estoy muy contento trabajando ahí. Afortunadamente he tenido jefes muy comprensivos, como suelen ser los kazajos, los cuales me han dejado celebrar las fiestas católicas que en el país no se conmemoran, como la Navidad o la Semana Santa.

- ¿Cómo fue tu proceso de adaptación?

El proceso fue más fácil de lo que pensaba. Esto se puede explicar en gran parte por la ayuda de los otros numerarios con los que vivo, que conocen muy bien el país, lo que permitió que me sintiera en casa desde el primer día. Por suerte para mí, la cultura de Kazajstán no es tan distinta a la chilena, como uno podría creer. Aunque no sea una sociedad cristiana, es bastante occidental en muchos aspectos. ¡Tengo que agradecer a los kazajos su hospitalidad y su simpatía!

Por último, debo precisar el hecho de que en mi familia tuvimos que cambiarnos de casa muchas veces durante mi infancia, lo que me preparó para adaptarme a nuevas realidades con más facilidad. Es por esto que también siento una inmensa gratitud hacia mis padres y hermanos por todo el apoyo que siempre me han dado en esta aventura.

Paseo en trineos en las montañas cercanas a Almaty. Álvaro es el segundo desde la izquierda.
Paseo en trineos en las montañas cercanas a Almaty. Álvaro es el tercero desde la izquierda.

A lo largo de estos años he hecho muchos amigos, la mayoría de los cuales son musulmanes o cristianos ortodoxos. A pesar de estas diferencias, lo que nos une es mucho más, y he podido compartir con ellos increíbles momentos, ya sea simplemente estudiar o hacer deporte juntos, hasta acompañarlos en los pasos más importantes de sus vidas, como sus matrimonios, bautizos de sus hijos, celebraciones familiares, etc.

el principal apostolado es el que hace cada persona con sus amigos y colegas, en su propio ambiente

–¿Qué tipos de iniciativas tiene la gente del Opus Dei en Kazajstán?

El Opus Dei lleva a cabo diversas actividades para intentar contribuir al desarrollo humano y espiritual de la sociedad kazaja. Como ocurre siempre, el principal apostolado es el que hace cada persona con sus amigos y colegas, en su propio ambiente, en la universidad, las excursiones, el trabajo, etc. Además de esto, en los centros de la Obra se organizan distintas actividades de índole cultural, espiritual, deportiva, educacional y de liderazgo.

Le damos mucha importancia a la formación de la juventud y a la labor catequética. Son muchas las personas que se han acercado a la fe gracias a las charlas de formación cristiana que impartimos. Es bonito y emocionante encontrarse a veces rezando en la parroquia a los católicos que fueron bautizados o preparados en nuestros centros. Gracias a Dios cada año tenemos bautizos o profesiones de fe de adultos convertidos al catolicismo. Lo que te cuento me llena el alma de alegría.

A lo largo de estos años he hecho muchos amigos, la mayoría de los cuales son musulmanes o cristianos ortodoxos, pero la amistad va más allá de eso.

–¿Cómo participan los católicos en la vida social y política? ¿Qué rol juega la Iglesia en general?

Los católicos somos una minoría en Kazajstán, con menos del 1% de la población. Sin embargo, la Iglesia saca adelante muchas actividades, en especial en el área de la cultura, la educación y la solidaridad. Como es natural, además del Opus Dei, hay varias instituciones católicas que trabajan aquí y cada una aporta lo que más sabe. Trabajamos todos unidos y esto me ha ayudado a valorar mucho la diversidad y unidad en la Iglesia.

Las Hermanas de la Caridad de la Madre Teresa ayudan a los más pobres de Almaty y Astaná, la capital. Los franciscanos se encargan de muchas parroquias y se preocupan de dar a conocer la doctrina católica a todos quienes se acercan a través de consultorios o conciertos de música clásica. El obispo de la Santísima Trinidad en Almaty es un sacerdote del Opus Dei. Los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado dan catequesis en las ciudades del sur del país, donde se concentra la mayor parte de la población musulmana. Y así muchas otras.

Campaña solidaria que organizaron en el banco en el que trabajó junto a las Hermanas de la Caridad.
Campaña solidaria que organizaron en el banco en el que trabajó junto a las Hermanas de la Caridad.

Aprovechando tus vacaciones en Chile, terminemos con una nota más personal: los diez años que llevas fuera ¿te han hecho cambiar?

En lo personal, pienso que estos años viviendo en Asia Central me han ayudado a agrandar mi visión y mi capacidad de interesarme, querer y comprender a muchas personas y realidades diferentes, sus sueños y miedos, alegrías y penas. Me siento muy feliz por eso, porque quizás quedándome en Chile ese proceso de madurez habría sido más lento. Dejar el ambiente en que te has criado y formado para ir a otros distintos te permite abandonar prejuicios, tratar de conectar con gente muy distinta, interesarte por cosas que quizás al principio no te llamaban la atención.

Así, por ejemplo, he reforzado mi identidad católica que significa “universal”, como realmente una actitud de apertura y de disponibilidad a todas las personas. Mi vida en Kazajstán me ha hecho sentir las necesidades de gente y de realidades no solo de Chile y del país en que vivo, sino que tratar de seguir y rezar por todas las personas y todos los países. Un caso muy concreto es, por ejemplo, la crisis de Ucrania de estos últimos días, por la que el Papa Francisco ha pedido rezar especialmente.

Estos años viviendo en Asia Central me han ayudado a agrandar mi visión y mi capacidad de interesarme, querer y de comprender a muchas personas y realidades diferentes.
Estos años viviendo en Asia Central me han ayudado a agrandar mi visión y mi capacidad de interesarme, querer y de comprender a muchas personas y realidades diferentes.

Bernardo García Larraín