Entrevista a Cristián Mendoza: “El principal objetivo de la Iglesia no es obtener recursos sino su misión pastoral"

En reunión con periodistas de diversos medios en el Departamento de Comunicaciones de la Prelatura del Opus Dei en Chile, el sacerdote mexicano Cristián Mendoza, licenciado en Administración y Finanzas y doctor en Teología, habló sobre la transparencia en los bienes del Vaticano, las nuevas medidas que ha adoptado en este sentido el Papa Francisco y la relación de todo esto con el próximo Sínodo de las Familias. Por Carolina Requena

De visita en nuestro país, el Pbro Cristián Mendoza, experto en temas económicos del Vaticano, dio algunas luces respecto al futuro de la Iglesia en esta materia.

Luego de muchas especulaciones, el Papa Francisco adoptó la decisión de no cerrar el IOR (Instituto para las Obras de Religión), conocido como el Banco del Vaticano, para que continúe con nuevos estándares de transparencia. Una entidad que en realidad no es un banco ya que no da crédito sino que, como explica el sacerdote Cristián Mendoza, licenciado en Administración y Finanzas por la Universidad Panamericana (México) y Doctor en Teología Dogmática de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Italia), es simplemente un depósito de distintos bienes temporales de instituciones vinculadas con la Iglesia. Entre ellas, congregaciones religiosas o fundaciones que sostienen a los sacerdotes en tierra de misión.

Se trata de una figura que se creó con fines muy distintos a las de obtener ganancias como sería cualquier entidad financiera. Todo comenzó durante la Segunda Guerra Mundial cuando Pío XII se encuentra con que las congregaciones religiosas que tienen su casa madre en Roma, necesitaban dinero para enviarlo a los territorios de misión pero no podían hacerlo ya que todas las cuentas bancarias en Italia fueron congeladas e intervenidas por el Gobierno de Estados Unidos en función de la guerra. “Era una crisis porque tenías a misioneros muriendo porque no podían enviarles dinero. No era sólo una crisis financiera, sino una crisis pastoral”, reseña el sacerdote.
Frente a esa situación Pío XII reconoce la necesidad de crear una institución financiera que esté por encima de Italia para que fuera un puente que enviara dinero al exterior. Ahí nace el IOR como una necesidad pastoral. “Las congregaciones empezaron a meter el dinero allí, y aquello creció y creció hasta llegar a un punto en que se tenían 6 mil millones de euros con esta finalidad”.
"Actualmente el dinero no está dentro del Vaticano sino que estuvo depositado un tiempo en Italia y luego en Alemania. En alguna ocasión hubo algún mal manejo que es lo que luego ha sacado muchos titulares, pero bajo el pontificado de Benedicto XVI se cerraron todas las cuentas de personas que no se sabía quiénes eran y que tenían el depósito allí. Si nosotros pensamos con sentido común, si una persona tiene dinero que no quiere tributar y le parece más sencillo darlo a una fundación que luego resulta que la pone en un banco o en un depósito como es el IOR, pues le cuesta mucho que le cierren esa cuenta”, explicó el padre Mendoza.
“El principal objetivo de la Iglesia no es obtener recursos sino su misión pastoral. Esto es el punto fundamental para entender no solamente la manera en que se organiza la Iglesia, sino también el futuro de la administración de la misma”, enfatizó. Aseguró además que el Papa Francisco hace muchos gestos a favor de la pobreza, que son muy buenos, muy atractivos y necesarios, pero en realidad nunca tuvimos un Papa más low cost que Benedicto XVI quien no sólo no gastaba nada para él, sino que además ganaba millones de dólares con los royalties de los libros que vendía. De allí nació la Fundación Ratzinger que premia a académicos destacados en teología”.
En cuanto a la organización de los bienes temporales que están confiados al Papa, explicó que primero está la Ciudad del Vaticano constituida por los museos, la Basílica de San Pedro y el Palacio Apostólico. Hay un gobernador que es el Cardenal Giuseppe Bertello, uno de los 8 cardenales que ayudan en el gobierno de la Curia Romana y de la Iglesia sugiriendo al Papa lo que ellos piensan que es lo mejor para la Iglesia, el conocido G8.
Después se encontraría el patrimonio de la administración de la Sede Apostólica, que es una entidad que tiene dos partes, una sección ordinaria, y una sección extraordinaria. La sección ordinaria incluye todos aquellos bienes inmobiliarios, casas, edificios, palacios que se quedó la Santa Sede después de la unificación de Italia y la firma el pacto de Letrán. Muchos de estos palacios quedaron con carácter de extraterritorialidad como lo son las 4 grandes basílicas de la ciudad de roma: Santa María Mayor, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y San Pedro que son territorio Vaticano.
Y luego están otros muchos edificios que fueron comprados con los recursos que le entregó Mussolini a la Santa Sede, unos 92 millones de dólares de la época. “Era tanto dinero que el Ministro de Hacienda italiano le dijo al Papa que no podían darle todo en efectivo porque Italia iría a quiebra y entonces le dieron la mitad en efectivo y la otra mitad en títulos del gobierno italiano”. Dineros que fueron administrados e invertidos por el hombre de confianza de Pío XI, Bernardino Nogara, quien no sólo logró aumentar el capital original en casi 40% sino que cubrió casi el 70% del déficit anual del Vaticano.
Según explicó el padre Cristián, la Santa Sede tiene además una Prefectura de los Asuntos Económicos, un organismo de vigilancia de todos los balances de los museos, del Óbolo de San Pedro, de las distintas oficinas, y ellos tienen que velar que aquello sea llevado adelante con transparencia y responsabilidad. “Evidentemente la Iglesia al no ser una empresa no es como un gerente general que pide el balance de una división porque no existen este tipo de cosas y porque los balances entre sí no son unificados. Entonces la prefectura tiene que hacer un esfuerzo grande para entender distintos documentos”, explicó. En este sentido, el reto para el Vaticano en cuanto al aspecto económico estaría en simplificar este proceso.
“El Vaticano no tiene la necesidad de convencer a ningún accionista para que invierta allí, sin embargo podría presentar una imagen más transparente pero no ayudaría para nada a la misión. Se haría simplemente con el deseo pastoral de mostrar a los fieles que los bienes temporales de la Iglesia se llevan adelante con responsabilidad porque no son bienes de los obispos, ni del Papa ni de la jerarquía, son bienes de la comunidad de los fieles, de las personas cristianas. Entonces la clave para entenderlo todo es pensar cual es la función, la misión de todo aquello”, destacó el sacerdote.
Entre las novedades en este ámbito, el Vaticano tiene una nueva Secretaría para la Economía, creada por motu propio del Papa Francisco donde trabajarán 15 personas a cargo del ex Arzobispo de Sidney el Cardenal George Pell. “El cardenal no es un experto en finanzas sino que es un hombre de total confianza del Papa”.
Agregó que el Vaticano no vive de las inversiones, sino sobre todo de los alquileres de casas que quedaron y de los museos. “El dinero que se obtiene se usa para mantener a los 2.200 trabajadores que están allí, de todas las oficinas del gobierno de la iglesia, los pontificios consejos, las congregaciones, las nunciaturas en todo el mundo, con relaciones diplomáticas con 172 países, y hay que pagar un embajador en cada país y una casa, mantener la seguridad del Papa, etc”, destacó.
Sínodo de las Familias
Según el sacerdote lo más importante en la Iglesia no es la dimensión económica sino el futuro de las familias cristianas, el futuro de la vida y la protección de la dignidad del hombre. “Lo más importante en la Iglesia no es ni la reforma de la Curia, ni las cuentas del Vaticano, sino que lo más importante es el Sínodo para las Familias que se realizará en octubre de este año, donde se va a pensar cómo atender a tantos fieles. Para esto es importante contar con medios económicos, con una transparencia, pero es más importante darnos cuenta del sentido que tiene la misión de la Iglesia” , puntualizó.
Agregó que el Papa quiere escuchar, “es un hombre que quiere que la Iglesia sea como madre, que acoja, una Iglesia de la misericordia. Las decisiones que se tomen serán en unión con el Colegio de los Obispos sin cambiar el magisterio. Algunas Conferencias Episcopales han dicho que la Iglesia necesita apertura por ejemplo en el tema de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, olvidando que la Iglesia tiene un camino y siempre lo ha tenido. La Iglesia no condena a las personas, condena todo lo que emigra a las personas y por eso es importante saber que no se puede simplemente cambiar la moral que la Iglesia ha tenido en 2000 años. Es como quien ha recibido una herencia y la tiene que custodiar, es lo mismo que pasa con el Vaticano, no es cuestión de vender los edificios del Vaticano sino que no son nuestros y debemos custodiarlos porque son de las generaciones que vendrán”.

Carolina Requena, periodista de la Conferencia Episcopal.

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