«Tenemos el deber apostólico de lanzar audazmente, con amistad y confianza, las redes de la verdad y de la misericordia»

De Arica a Punta Arenas se celebró litúrgicamente la fiesta del fundador del Opus Dei. Ofrecemos un extracto de la homilía del obispo auxiliar de Santiago, Mons. Cristián Roncagliolo, en la Misa que presidió en la Catedral Metropolitana.

Con mucha esperanza en este tiempo de oración y de discernimiento llegaron a la Catedral de Santiago, el pasado sábado 23 de junio, cientos de familias, jóvenes, ancianos y muchos inmigrantes, que agradecieron y pidieron favores al “santo de lo cotidiano” y celebraron con antelación su fiesta que se conmemora en todo el mundo el 26 de junio.

En su homilía Mons. Cristian Roncagliolo, obispo auxiliar de Santiago, destacó algunas de las virtudes y carismas de san Josemaría. “Nos reunimos en esta Iglesia Catedral para celebrar al Señor que, en cada eucaristía, alimenta nuestra peregrinación, renueva nuestra fe y nos empuja a la misión. En este contexto recordamos a san Josemaría, insigne santo de la modernidad, que fundó la familia del Opus Dei y que nos enseñó, proféticamente, que la santidad no es el privilegio de unos pocos sino el desafío de todos”.

"Resulta particularmente llamativo que el Señor se valga, no de las virtudes, ni de los talentos, sino que de la vida ordinario de Pedro"

Desde el prisma del Evangelio (Lc 5, 1-11), el obispo recordó algunos caminos propuesto por el fundador del Opus Dei para alcanzar la santidad: “Resulta particularmente llamativo que el Señor se valga, no de las virtudes, ni de los talentos, sino que de la vida ordinario de Pedro para indicarle una misión mucho más grande. Resuenan las enseñanzas de san Josemaría cuando afirma: ´Vive tu vida ordinaria; trabaja donde estás, procurando cumplir los deberes de tu estado, acabar bien la labor de tu profesión o de tu oficio, creciéndote, mejorando cada jornada´”.

Mons. Roncagliolo añadió que “con inusitado realismo Pedro entiende que su acción de pescador, movida por la fe, se transformará en un hecho que irá más lejos que la pesca: le enseñará que su misión ha de ir precedida y movida por el don de la fe. Como enseña san Josemaría, ´verdadera fe es aquella que no permite que las acciones contradigan lo que se afirma con las palabras. Examinando nuestra conducta personal, debemos medir la autenticidad de nuestra fe. No somos sinceramente creyentes, si no nos esforzamos por realizar con nuestras acciones lo que confesamos con los labios´”.

La urgencia de la audacia evangélica fue otro de los puntos profundizados por el celebrante: “En una cultura compleja como la actual, donde parecieran existir espacios vedados para la fe y ajenos al Evangelio tenemos el deber apostólico de lanzar audazmente, con amistad y confianza, las redes de la verdad y de la misericordia para ayudar a que muchos más conozcan y acojan la felicidad del Evangelio. Como enseña san Josemaría la ´audacia no es imprudencia, ni osadía irreflexiva, ni simple atrevimiento. La audacia es fortaleza, virtud cardinal, necesaria para la vida del alma´”.

Sobre la confianza en Dios explicó que “la tendencia a realizar grandes apostolados, grandes pescas, dejándonos llevar por las claves meramente humanas están a la orden del día y pueden sumergirnos en una cultura de elite. Sin desmerecer los grandes planes apostólicos, ni las cualidades humanas o los talentos, que son un don de Dios, la fecundidad apostólica es fruto de la gracia que actúa con inusitada fuerza en el corazón que se deja conquistar por el Señor”.

"la tendencia a realizar grandes apostolados, grandes pescas, dejándonos llevar por las claves meramente humanas están a la orden del día y pueden sumergirnos en una cultura de elite"

Otra virtud señalada fue la humildad: “Es la clave maestra de la vida cristiana. Y para lograrla resulta indispensable la oración. Como enseña san Josemaría, ´la oración es la humildad del hombre que reconoce su profunda miseria y la grandeza de Dios, a quien se dirige y adora, de manera que todo lo espera de Él y nada de sí mismo´. De ahí que las fuerzas de Pedro salen de su estrecha relación con Dios y del reconocimiento de su propia fragilidad”.

Mons. Roncagliolo concluyó dedicando algunas palabras para todos los que sienten afecto al Opus Dei. “La Obra enseña que la amistad y la confidencia son dos medios que ayudan a ‘tejer’ la red para la pesca fecunda. Los animo de corazón a seguir cultivando este camino, que se vive en la vida ordinaria y que está al servicio de que muchos aspiren a las altas cumbres de la vida cristiana. Los animo a no cesar en el apostolado, a buscar con devoción el amor de Dios y a ser testigos y el sostén de nuestro peregrinar. Hago mías las palabras de san Josemaría: ´Pídele a María, Regina apostolorum, que te decidas a ser partícipe de esos deseos de siembra y de pesca, que laten en el Corazón de su Hijo. Te aseguro que, si empiezas, verás, como los pescadores de Galilea, la barca repleta. Y a Cristo en la orilla, que te espera. Porque la pesca es suya´”.

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