De tal palo tal astilla: el amor al trabajo del padre impulsó la carrera profesional del hijo

Para conmemorar el Día del Padre destacamos la historia de superación de una familia de La Pintana. El padre comenzó como auxiliar de aseo en Nocedal y el hijo hoy es directivo de un colegio en el sur.

Ignacio Silva junto a su padre, David

“Yo como hijo vi a mi papá barriendo el comedor del colegio y hoy mis hijos ven a su papá liderando un establecimiento”, dice Ignacio Silva, ex alumno del colegio Nocedal de La Pintana. Ignacio entró a estudiar allí en 1997, cuando estaba en cuarto básico. Su padre, David, comenzó a trabajar en la institución dos años después como auxiliar de aseo.

“Lo interesante es que mi papá llegó a Nocedal cuando tenía 34 años sin haber terminado la enseñanza media, y yo asumí este cargo de subdirector de un colegio en Villarrica también teniendo 34 años”, destaca. “Creo que los designios de Dios son misteriosos, para otros puede ser una coincidencia, pero yo lo veo como algo muy providencial”, reflexiona.

Durante los años en que Ignacio estudiaba en Nocedal el vínculo padre e hijo se fue afianzando. “Salíamos juntos en la mañana al colegio, nos veíamos ahí de vez en cuando y luego de vuelta a la casa —cuenta—. Eso permitió que nuestra relación se fortaleciera aún más porque no es solamente ver a mi papá en la tarde, cuando uno llega, toma once y se va a dormir, sino que había un trato constante”.

Familia Silva Galdames (izquierda a derecha) María José Silva, estudiante de Obstetricia en la Universidad de los Andes, David Silva, Clarisa Galdames, Ignacio junto a su esposa María José e hijos, y Paula Silva (abajo), es profesora de artes.

A su vez, Ignacio veía cómo su padre se destacaba por hacer el trabajo lo mejor posible y cómo le iban dando cargos de confianza y más responsabilidades. “Siempre quería hacer las cosas bien y eso iba en consonancia con lo que la Fundación Nocedal desde el colegio entregaba. Esta idea de santificarse en el trabajo cotidiano, hacer las cosas por amor, dar un poco más…todos estos detalles los fui aprendiendo porque lo veía encarnado en mi papá: la puntualidad, la responsabilidad, la perseverancia, el orden, la honestidad”, señala.

Cuando salió de cuarto medio como Técnico en Electricidad y Electrónica, Ignacio hizo su práctica profesional en el área de mantención de la Universidad de los Andes. Allí conoció al secretario académico de la Licenciatura en Historia, Manuel Salas, y le contó que estaba interesado en la carrera. En tanto, David sacó su cuarto medio a la vez que continuaba trabajando en el colegio Nocedal.

“Estudiar en una universidad estaba muy lejos del alcance económico de mi familia, pero el colegio consiguió dos becas de estudio a los que quisiéramos estudiar carreras de pedagogía. Postulé y quedé, me la gané. Me metí a licenciatura en historia en la Universidad de los Andes con la promesa de después sacar la pedagogía en enseñanza media. Y me pagaron todo”, asegura.

Luego comenzó a trabajar en un establecimiento en Santiago, se enamoró y se fue a vivir al sur, se casó, tuvo hijos y este año asumió la responsabilidad de subdirector de un colegio que va de prekinder a sexto básico. “Siempre estudié junto con mi papá y ahora como que se invierte la historia. Ahora yo soy el papá que está liderando el colegio donde estudian mis hijos mayores”, sostiene.

Ignacio Silva

Actualmente Ignacio busca “retribuir” la educación que recibió de parte de su colegio y “traspasarla al grupo humano” que tiene a cargo. “Y qué mejor sabiendo que tengo que velar por una buena educación tanto pedagógica como formativa en donde están mis hijos también”, dice. “He llegado hasta acá porque Nocedal me entregó las herramientas, con el apoyo de la familia, sin duda, para que exista una movilidad social muy natural y poder estudiar una carrera que me gustaba, y hoy en día me estoy desenvolviendo”, relata.

Y añade: “Yo creo que somos pocos los padres que tenemos la oportunidad de estar todo el día con nuestros hijos, sobre todo hoy en día en donde los ambientes a veces pueden ser peligrosos para su formación. Y de eso estoy sumamente agradecido”.

La misión de Ignacio como profesor: transmitir esperanza

“El profesor transmite esperanza a sus alumnos porque les hace ver que vale la pena vivir. Todo niño espera esa afirmación en primer lugar de sus padres y luego de otros adultos, que se lo reafirman. La esperanza también se transmite enseñando que en la vida hay dificultades, hay dolor, sacrificio, pero se puede ir enfrentando y no se opone a la felicidad. Así mismo, para transmitir la esperanza hay que mostrarles tres cosas trascendentales: la verdad, la belleza y la bondad. Y eso se da a conocer a través de la experiencia. En primer lugar, cuando uno trata a sus alumnos con bondad por su nombre, los mira a la cara, los acoge en sus vulnerabilidades con misericordia y perdón, tal como lo hacía Jesucristo.

Además, para que el deseo de conocer de estos muchachos sea aún más fuerte en ellos, se tienen que admirar, asombrar. Ahí se va reforzando este deseo de querer conocer la verdad. Y ahí viene el desafío de quienes educamos porque uno tiene una tremenda responsabilidad con esas almas. Las familias confían en nosotros. Y los jóvenes tienen derecho a tener experiencias de verdad, belleza y bondad, pero muchas veces en la cultura actual esos principios no están difundidos, al contrario.

Cuando el muchacho conoce la verdad puede maravillarse por lo creado, ver que la naturaleza es perfecta y que es imposible que el azar haga orden, perfección y belleza, y entonces puede terminar elevando su mirada a Dios. Ojalá que los alumnos puedan llegar a eso a través de un profesor que los guíe y oriente y así se hagan esas preguntas y las puedan responder”.

Te invitamos a conocer más sobre la historia de Ignacio y de la Fundación Nocedal en esta entrevista de Radio María.