Cómo colaborar en mi parroquia

Presentamos cinco testimonios de laicos que ayudan, acompañan y sirven en diferentes parroquias. Muestra visible de la gran familia de los hijos e hijas de Dios.

Todos los años jóvenes de centros culturales de la Prelatura asisten a diferentes parroquias para realizar ayuda social. La foto corresponde a la construcción de una ermita en la localidad de Lemuy.

En 2017 monseñor Fernando Ocáriz, recientemente nombrado prelado del Opus Dei, escribió su primera carta pastoral. Allí señaló que la ayuda que se ofrece a sacerdotes y seminaristas resulta de gran importancia para el bien de la Iglesia y de la sociedad. Para algunos fue un impulso para comenzar una iniciativa social y, para la gran mayoría, una confirmación del valor del trabajo que llevaban haciendo desde hacía muchos años.

"Todos los fieles del Opus Dei están llamados a rezar y a tratar con cercanía a los Obispos y a los sacerdotes de su ámbito geográfico, y a colaborar con ellos en la medida de sus posibilidades".

Recogemos cinco testimonios de laicos que colaboran en catequesis, cursos prematrimoniales y labores sociales, en línea con lo señalado por el prelado: todos los fieles del Opus Dei están llamados a rezar y a tratar con cercanía a los Obispos y a los sacerdotes de su ámbito geográfico, y a colaborar con ellos en la medida de sus posibilidades.

Albergue Móvil “La Misericordia”

La iniciativa dependiente del Obispado de Concepción atiende a decenas de personas cada noche. Entrega alimentación, ropa y ofrece alojamiento a personas que viven en situación de calle. En ese contexto, Sandra ayuda en la recolección de vestimenta: “yo trabajo en una tienda de moda y en coordinación con el Banco de Ropa entregamos todo 100% nuevo”, explica.

Sandra también ayuda en la recolección de fondos: “hacemos rifas para solventar los gastos. Este año habíamos planeado tener dos albergues móviles, pero por la pandemia no se pudo llevar a cabo el proyecto”. Espera verlos concretados el próximo año.

Además, cada Navidad organiza una cena para quienes viven en situación de calle:“armamos una mesa linda con adornos y una rica comida. Se asean, les entregamos ropa nueva y luego entran a un comedor donde compartimos un feliz momento”, señala.

Sandra (al medio de rojo) compartiendo en la cena de Navidad del año 2019.

Aprendí a escuchar

Desde hace dos años que Horacio y su esposa Florencia ayudan en la Parroquia San Andrés, ubicada en avenida Matta, en la que preparan a jóvenes para el sacramento del matrimonio. Ahí los llamados guetos verticales son una realidad y quienes habitan el sector suelen ser, en su mayoría, inmigrantes. “El 90% de las parejas que acuden a la parroquia son venezolanos, colombianos y peruanos”, explica Horacio.

“Todos llegan cuando ya llevan un tiempo viviendo juntos. Pero en muchos casos es porque la situación los ha llevado a eso. Se trata de parejas de “pololos” que llegan a Chile y, al no haber dinero para arrendar dos departamentos, empiezan a vivir juntos”, explica. Pero al mismo tiempo “nos damos cuenta de que el Espíritu Santo sopla sobre cada uno, pues todos quieren cerrar el ciclo, siguiendo el ejemplo de sus padres que se han casado por la Iglesia pero, sobre todo, vivir más cerca de Dios”.

"Me di cuenta de que lo más importante era escuchar su experiencia de fe y el deseo de tener a Dios en su matrimonio”.

Horacio siente que Dios lo ha sorprendido: “La primera vez que iba a dar una charla llevaba apuntes preparados, libros, etc. No los abrí, me di cuenta de que lo más importante era escuchar su experiencia de fe y el deseo de tener a Dios en su matrimonio”.

Rodrigo también ayuda en esta parroquia, levantando aportes económicos ya que la colecta dominical -parte fundamental para la supervivencia de la parroquia- ha sido casi nula este año debido a la pandemia. “En este periodo me he dado cuenta de que los problemas que uno puede tener son nada en comparación a los de otros. Al ayudar por amor empiezas a ver a Cristo en los demás y tus problemas pasan a segundo plano”, señala Rodrigo.

Reflexiona en lo importante que es no hacer las cosas de Dios por rutina o por cumplir: “uno debe realizar las obras de misericordia por amor y ese amor se debe traducir, entre otras cosas, en ayudar a los párrocos que tanto bien hacen a la comunidad”.

Guillermo y Olauri se prepararon para recibir el sacramento del matrimonio con la ayuda de Horacio y Florencia.

Acercar almas a Cristo con la catequesis

Todo comenzó en 1974 cuando, por una aventura, Esperanza Ortiz viajó a Estados Unidos. Pensaba que se quedaría un par de años, pero fueron treinta y ocho. Allí ayudó mucho en su comunidad parroquial, por lo que cuando llegó a Chile el año 2011, inmediatamente se puso a disposición de su nuevo párroco, con quien colaboró durante dos años en la atención de las personas en situación de calle cercanas a la parroquia Santo Domingo.

“Siento que es mi deber como laica acercar las almas a Cristo, es lo más fabuloso y enriquecedor que puedo realizar”.

Actualmente da clases de catequesis en otra parroquia: “siento que es mi deber como laica acercar las almas a Cristo, es lo más fabuloso y enriquecedor que puedo realizar”. Considera clave ayudar a los párrocos en lo que se pueda. “A un sacerdote le empecé a prestar mis libros de doctrina católica porque los encontraba muy buenos. Seguramente esos libros harían mucho bien en sus manos, por lo que se los regalé todos”, comenta.

En tiempo de pandemia, Esperanza visita a vecinos entregando compañía y cariño.

Amistad con el párroco

Luis Carlos es un joven abogado que junto a su polola tenían la inquietud de acompañar y ayudar a un párroco. “Conscientes de que muchas veces necesitan ayuda nos acercamos a la parroquia El Señor de Renca. Nos dimos cuenta de las necesidades económicas y nos pusimos en campaña para recolectar fondos con nuestros amigos. Una de las cosas más importantes ha sido crear conciencia de las carencias con las que muchos sacerdotes viven de manera silenciosa y humilde. También ha sido una ocasión para conversar temas de Dios con nuestros amigos”.

"También ha sido una ocasión para conversar temas de Dios con nuestros amigos”.

Parte de lo recolectado ha servido para poder arreglar el techo y el piso de una casa que se está acondicionando para el cuidador de la parroquia. Aunque nuestro objetivo era en un principio ayudar y acompañar, nos hemos hecho realmente muy amigos del párroco”.

Estar en todos lados

Chantal siempre ha tenido una preocupación especial por los detalles, lo que explica su vocación como enfermera.Desde hace 10 años ayuda en la capilla Ave María en el sector de la Reina. “En algún minuto me pidieron que fuera parte del consejo parroquial y que asumiera el rol de encargada de liturgia; ver que todo estuviera dispuesto para la misa, incluyendo las flores, lo que hago con mucha alegría” relata.

Chantal junto a su marido Guillermo, comparten la alegría de servir juntos en una capilla del sector donde viven.

Este trabajo no lo hace sola, pues su marido también la ayuda: “el trabajo es muy variado, pues nos ocupamos desde prender el fuego en la misa de la luz del sábado santo, hasta armar cajas navideñas para los más necesitados y contar durante el año lo recaudado en la colecta dominical”.

"Somos cristianos en medio del mundo, somos parte de la iglesia, y por eso tenemos que estar en todos lados".

“En estos meses de pandemia no he podido ejercer mi encargo, por lo que organizamos un grupo para el rezo del rosario en línea. Siempre he pensado que es importante que los laicos ayudemos en nuestras parroquias; somos cristianos en medio del mundo, somos parte de la iglesia, y por eso tenemos que estar en todos lados. He recibido mucho y no me lo puedo guardar sólo para mí”, relata convencida.