Carmen Sáenz, la investigadora que entregó al Papa un libro sobre las tunas y su aporte a la alimentación en zonas de pobreza

“El hacer las cosas bien, no solo nos da una gran felicidad en la tierra, sino también la eterna”. Carmen lleva toda una vida investigando y enseñando en el área de la ciencia y tecnología de alimentos. Profesora Titular de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, habla sobre su vocación profesional y al Opus Dei, y cómo su trabajo lo ve como una misión para servir a los demás.

Preocupada por la alimentación en el mundo, Carmen Sáenz ha dedicado su trabajo investigativo a ver las propiedades y potencialidades que tienen unas plantas que crecen en zonas áridas y semiáridas: las tunas y nopales. Con un grupo de investigadores quisieron ir más allá, y escribieron un libro bajo el auspicio de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), dirigido principalmente a los habitantes vulnerables de las zonas rurales, como un aporte para mejorar su calidad de vida en un ambiente agrícola hostil.

“Fue muy bonita esta experiencia, ya que lo escribimos científicos de muchas nacionalidades y religiones”, cuenta Carmen. Fue el editor en jefe de la publicación, el italiano Paolo Inglese, quien la animó a entregar al Papa Francisco una copia del libro, por su interés en la superación de la pobreza y en el ecumenismo. “Paolo me dijo: Carmen, ¡muévete! La verdad que yo no sabía a quién acudir, me parecía una magnífica idea, pero no tan fácil de lograr. Llamé a la Nunciatura y poco a poco las cosas se fueron dando hasta que recibí dos invitaciones para una audiencia general con el Santo Padre el 22 de noviembre de 2017.

Carmen junto al Dr. Mounir Louhaichi le entregan al Papa Francisco el libro "Crop ecology, cultivation and uses of cactus pear", escrito para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)

Ya en Roma para el lanzamiento del libro, le preguntó al Dr. Mounir Louhaichi, de Túnez, también autor del libro y de religión musulmana, si la quería acompañar a la audiencia, quien “aceptó feliz”, comenta. “Al momento de entregárselo, le expliqué al Papa que quien me acompañaba era de religión musulmana y ahí noté que inmediatamente pasé a ‘segundo plano’, Francisco se volcó a él, lo que lo emocionó mucho y agradeció haber tenido esta oportunidad”. Durante este encuentro inolvidable el Papa bendijo su trabajo y, dice Carmen, que para ella fue un aliento a seguir en este camino.

En 1991, en los inicios de su investigación con tunas, con el investigador mexicano Eulogio Pimienta y la profesora de la Universidad de Chile Fusa Sudzuki

“Él me pedía el corazón entero”

Carmen Sáenz estudió Química y Farmacia en la Universidad de Chile (1969-1975) y lleva más de 40 años como profesora e investigadora del Departamento de Agroindustria y Enología de la Facultad de Ciencias Agronómicas de esa casa de estudios.

Si bien su rubro y el ambiente no eran en ese momento tan propicios para una mujer, ella tiene los mejores recuerdos de sus inicios. “Hice grandes amigas en la Facultad, con las que mantengo vínculos hasta hoy y, humildemente, puedo decir que, con la ayuda de Dios y trabajando mucho, he hecho una gran carrera profesional”.

Carmen cuenta que ella “nació con el Opus Dei al lado”. “Mi papá fue en 1950 a recibir al aeropuerto a don Adolfo Rodríguez, primer sacerdote que llegó para comenzar la labor en Chile por encargo de san Josemaría, ya que era amigo de un sacerdote que tenían en común. Él siempre iba a comer a nuestra casa, mi mamá era cooperadora y el Opus Dei siempre estuvo en mi camino”. Sin embargo, no fue hasta que una amiga del colegio la invitó a participar en medios de formación, cuando, sin dejar de lado la inquietud natural de formar una familia, se fue dando cuenta que Dios la llamaba como agregada en el Opus Dei: “si bien me cuestioné bastante, Él me pedía el corazón entero para seguirlo y ayudar a los demás a encontrarlo”.

Recién recibida de química-farmacéutica, postuló a una beca y decidió partir a hacer un postítulo al Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos en Valencia (España); allí se entusiasmó por continuar sus estudios de postgrado, y comenzó un doctorado en Farmacia en el área de ciencia y tecnología de los alimentos, Tesis que presentó en la Universidad Complutense de Madrid. Ahí pudo ver el desarrollo que tenía la Obra: cuenta entre risas que un día en la Basílica de San Miguel vio la misma cantidad de sacerdotes que en ese momento tenía el Opus Dei en nuestro país. Lo que la ilusionó muchísimo al pensar cómo podría crecer la Obra en Chile.

En el laboratorio con su colega y amiga Elena Sepúlveda en un taller para agricultores en Cauquenes, región de El Maule

Para los jóvenes de hoy las cosas buenas no pasan de moda

En el año 1979 volvió de España e ingresó a la Universidad de Chile, su “alma mater”-así es como la llama- lugar al que quiere mucho, porque la ha ayudado a desarrollarse en el ámbito profesional y personal. “Siempre lo he pasado muy bien en la universidad, he tenido cargos administrativos, pero principalmente he hecho clases de pregrado, postgrado y trabajo investigativo”, cuenta. Como anécdota, recuerda que su contrato en la universidad se definió un 26 de junio, día de la fiesta de san Josemaría, y destaca que él siempre ha sido su protector.

“Desde que comencé mi vida profesional he tenido muy presente una frase de san Josemaría que dice: «Practicad vosotros e inculcad en los jóvenes este convencimiento: en nuestro diccionario sobran dos palabras: mañana y después. ¡Hoy y ahora! No dejéis la labor para luego, y haced que no la dejen. Pronto llegaréis a comprender cómo, en igualdad de condiciones, y aun en inferioridad de condiciones de talento, cultura, etc., el que vence la pereza de modo habitual –hoy, ahora– es el que domina siempre. El retardar –mañana, después– estropea todo el apostolado»”. (Edición Crítica de Camino, Punto 15, Carácter).

“Para mí, este dominar que dice el fundador del Opus Dei, significa -como también lo decía él-, servir a todos en el lugar donde estemos; y el ejemplo que podemos dar con nuestro trabajo bien hecho es la clave para motivar a los jóvenes y a nuestros pares a trabajar lo mejor que podamos, según nuestras capacidades”, señala Carmen. Agrega que, además, “la perseverancia me ha permitido conseguir metas altas, que siempre se las he ofrecido a Dios”.

Frente a algunas situaciones destaca que es bueno tomar distancia y preguntarse ¿cómo lo estoy haciendo, qué quiero hacer?, ¿a dónde quiero llegar?, ya que ante estas interrogantes contamos siempre con la gracia de Dios.

“Vamos a trabajar toda la vida, siempre va a existir el trabajo y hay que poner la mirada en el cielo porque así no solo tendremos felicidad en la tierra, sino también la eterna”, concluye Carmen.

Carmen con algunas de las jóvenes que asisten a charlas de formación al Centro Cultural Araucaria

Además de dar clases en la universidad, da charlas de formación en la residencia universitaria Araucaria. Ambos lugares le permiten estar en contacto con muchos jóvenes. Considera que la juventud es la etapa de la vida donde es clave ambicionar grandes cosas: no sólo profesionales, sino también humanas. Por eso, en su trabajo con los alumnos intenta transmitirles que existe un motivo sobrenatural por el que trabajar. “Si uno hace las cosas por amor a Dios, Él lo ve y si quiero llegar a un punto alto, habrá que pasar por cosas que a veces son difíciles, pero no debemos olvidar que tenemos siempre la gracia de Dios que nos acompaña”.

Para Carmen los estudiantes de hoy son similares que los de hace 25 años, aún persiguen un mensaje que no pasa de moda. “Las cosas buenas les siguen atrayendo, ya que quizás sin saberlo, llegan a ver que detrás de eso está Dios. Ahí está nuestro papel como profesores, mostrar la grandeza de la misión que Dios da a cada uno para su vida”, dice.

La respuesta del prelado: “amistad”

Carmen tuvo la oportunidad de estar con el actual prelado del Opus Dei hace un tiempo. Ella le pidió un consejo a propósito de cómo estar más cerca de las personas y dar ese testimonio que Jesucristo nos pide a todos los cristianos. Mons. Ocáriz le señaló: “con amistad, amistad, amistad”. A través de la amistad, es posible mostrar el atractivo de vivir una vida cerca de Dios, “pero siempre respetando sus diferencias, conversando y comprendiendo, escuchando y compartiendo”, dice.

“El apostolado de amistad y confidencia que nos enseñó san Josemaría implica dedicar tiempo, rezar, y, pasarlo bien con los amigos. Estar juntos en lo bueno y en lo malo”, explica.

Alumnos y otras profesoras del equipo de trabajo de un proyecto Fondecyt de colorantes de tunas