Viña del Mar: La ciudad querida de don Adolfo

A los pies del Océano Pacífico y bajo la silueta de un sol que poco a poco se ocultaba en el horizonte, se realizó en Viña del Mar, el lanzamiento del documental "Vino a servir” y del libro “¿Te atreverías a ir a Chile?”, una semblanza de don Adolfo Rodríguez Vidal.

Adultos, jóvenes y niños se congregaron en el auditorio del Hospital Naval para participar de un coloquio familiar, ambiente que tantas veces san Josemaría propiciaba en sus tertulias.

Estuvieron presentes el vicario del Opus Dei en Chile, Mons. Sergio Boetsch; el autor del libro, P. Cristián Sahli; y el matrimonio Rioseco Ventura, quienes lo conocieron y fueron testigos de su vida.

El espíritu reinante dio pie para que se revelaran las virtudes y anécdotas de Mons. Adolfo Rodríguez. “Fue mi confesor por tres años y cada vez que venía a Viña a dar los retiros mensuales se iba a nuestra casa a comer”, explicó el Dr.Alfredo Rioseco, quien con una cariñosa mirada dio pie para que su señora, Nena Ventura, prosiguiera: “Él se incorporaba rápidamente a los juegos con los niños, ¿te puedes imaginar a don Adolfo jugando a los vaqueros con mis hijos?”, señaló divertida.

Junto con la entrega a los demás, del que también fuera obispo de la diócesis de Ángeles, ambos recordaron, con la emoción propia de haber convivido con un siervo de Dios, que “era de pocas palabras, pero muy afectuoso, culto y siempre lo vimos con una sonrisa en sus labios”.

Por su parte, el autor del libro, P. Cristián Sahli, añadió que “Don Adolfo le tuvo mucho cariño a Viña”, deseo plasmado en su constante interés por construir una casa de retiros en esa ciudad, destacando además su identificación con Chile. “Si bien su origen era español, me atrevo a decir que si llega a ser canonizado (ya es siervo de Dios) será un santo de nuestra Iglesia. Fue un obispo chileno, ¡se hizo muy chileno!”, señaló el sacerdote.

El vicario del Opus Dei, Mons. Sergio Boetsch, también tuvo cálidas palabras para don Adolfo. “Era muy sencillo en su predicación, pero muy profundo y muy optimista (…) tenía una mirada bondadosa y cariñosa”. Finalmente expresó su gratitud a los que ahí estaban, recordando que estamos llamados a “ser muy fieles, muy entregados y muy apostólicos, como lo fue don Adolfo (…) Todo lo que la Obra puede hacer ahora en Chile es gracias a la vida interior de él”.