Una vigilante "en su ambiente"

Vigila la exposición Un santo en datos en Madrid. No es del Opus Dei. No conoce a don Álvaro. Pero la preparación de la muestra y el cariño de las que están detrás del bastidor de la exposición le han convertido en la primera entusiasmada con el ambiente especial que poco a poco empiezan a desprender las calles de Madrid.

María Ángeles es una de esas mujeres que cumplen su trabajo en una institución pública con una sonrisa, con ganas de ayudar. ¡Buenos días! ¡Tenga usted una buena tarde! ¿Se les puede ayudar en algo? No es una estatua de mármol detrás de un mostrador. Va contra su naturaleza viva.

Es vigilante con uniforme y trabaja en el subsuelo. En concreto, es la que dirige el tráfico de visitas en el Centro Turístico de Colón, en Madrid, uno de los puntos claves desde los que se atenderá a los participantes en la inminente beatificación de don Álvaro que lo necesiten. Ella está en el punto medio de un pasillo que desemboca en la sala amplia y recogida que acoge la exposición Un santo en datos, en la que se cuenta con lenguaje del siglo XXI la vida de don Álvaro.

María Ángeles dirige el tráfico de visitas en el Centro Turístico de Colón, uno de los puntos claves desde los que se atenderá a los participantes en la beatificación de don Álvaro

El día en el que se presentó a los medios la exposición, María Ángeles estaba ahí. Con cara de vigilante, pero con ojos de más. Las organizadoras de la exposición le saludaban, le invitaban a un café, le llamaban por su nombre. Lo normal. O no. El caso es que mientras la arquitecta de la exposición guiaba un recorrido especial para periodistas, a María Ángeles se le escaparon algunas lágrimas. Y entonces le acercamos el micrófono.

No hay fotos. Ni apellidos. Ni audio grabado. Ella iba de uniforme, y prefería pasar desapercibida. No es que sea una mujer apocada, es que ella representa a una institución en esos momentos de vigilancia, y no debe dar pasos que le distancien de su papel.

Usted ha vigilado ya cientos de exposiciones en este lugar, ¿qué le parece esta muestra tan curiosa, que habla de santos, de datos, de paz, de espiritualidad, de sembrar de bien el mundo entero?

Efectivamente, he visto muchas exposiciones aquí. Pero tengo que reconocer que esta me ha llamado mucho la atención. Desde que han venido a montarla hace unos días, las chicas y las guías que están me han hecho parte de su equipo. ¡Hasta me han invitado a la beatificación de este señor del Opus Dei!

"He visto las fotografías y se nota que detrás hay un hombre bueno y santo"

¿Y por qué le llama la atención?

Mira, a mí toda la gente que hace cosas buenas por los demás me llama la atención. He visto las fotografías y se nota que detrás hay un hombre bueno y santo. Yo soy muy religiosa, y no me importa nada decirlo, aunque a veces me llamen beata. Intento ser coherente con mi fe y ayudar a los demás a través de los comedores sociales de las Hermanas de los Pobres. Llega un momento en la vida en que hay que preocuparse de la vida que viene, y tomárselo en serio.

¿Conocía de algo a Álvaro del Portillo?

No. Conocía de oídas a Escrivá de Balaguer, pero a Álvaro del Portillo, no. Aún así, que sepa usted que entre esta gente me siento en mi ambiente, en mi casa. Y no lo digo porque sean los del Opus Dei. Ya vinieran a este centro hermanas de los Pobres, o quien sea, con toda la gente que busca el bien yo me haría parte de ese equipo.

"Aún así, que sepa usted que entre esta gente me siento en mi ambiente, en mi casa"

María Ángeles está tocada por el cariño. Las organizadoras y las guías de Un santo en datos, según dice ella, le han tratado antes de que empiece la exposición. ¡Buenos días, María Ángeles! ¿Cómo va la mañana? ¿Un café? Y ella no acepta, porque está de servicio... Entre unas y otras. Entre "¡Mira, te enseño la foto de mi hija, que es guapísima!". Entre una luz de aquí y un aire acondicionado de allá...

María Ángeles no es del Opus Dei. Evidente. Lo conoce muy muy de refilón. Pero es una vigilante sin prejuicios que entre foto y foto de don Álvaro, entre panel y panel, entre guías sonrientes, está en su salsa. Evidente.