Entrevista a vicario regional en diario La Segunda

El periodista Alejandro Fainé, entrevistó el viernes pasado al presbítero Sergio Boetsch con motivo del lanzamiento de la biografía y documental sobre la vida de de Don Adolfo Rodríguez Vidal, primer sacerdote de la Obra en Chile. Reproducimos a continuación la entrevista publicada en el Vespertino.

Retrato de Don Sergio Boetsh Matte aparecido en diario La Segunda.

“Mi batalla no es que no se apruebe el aborto, sino que la gente ame la vida”

Por Alejandro Fainé M.

"Una tía me decía «¡Tienes que chasconearlos a todos aquí!» ¡Ja, ja, ja! Aquí hay gente más peinada, chasconeada, hay de todo: es bastante más variado de lo que parece. Yo tengo un testimonio personal: he dedicado toda mi vida a evangelizar, y me encanta, me entretengo, lo paso muy bien, gozo también con la gente y me da mucha alegría. Obviamente se sufre, como todos, cuando hay un traspié. Pero los gozos son mucho mayores".

Quien así sintetiza su vida en el Opus Dei es Sergio Boetsch Matte (64), actual vicario regional de esa institución en Chile. Ayer sumó más motivos de gozo: lanzaron el libro del sacerdote Cristián Salhi —y un documental— con la vida de Adolfo Rodríguez, el sacerdote que en 1950 llegó a Chile con el encargo de Josemaría Escrivá de Balaguer de desarrollar la Obra en nuestro país. "Fue un hombre muy bueno, con bastante fama de santidad. De pocas palabras, pero muy cariñoso".

Don Adolfo Rodríguez (a la derecha) junto al actual vicario regional del Opus Dei, Sergio Boetsch.

67 años después de esta apuesta, miembros de esta institución permiten que la Obra siga creciendo gracias a la actividad de sus 3 mil miembros, según Boetsch: por ejemplo, la Fundación Nocedal —que tiene colegios desde 1996 en La Pintana— espera los últimos permisos para iniciar las obras de un recinto de prebásica mixto y un colegio para niñas en Bajos de Mena que abrirá en 2017 (se sumará al de hombres que ya existe ahí). Obras que se agregan a los colegios Tabancura y Los Andes (fundados en 1969 y 1970); la fundación de la Universidad de los Andes en 1989 y la Clínica que abrieron en 2014, entre otras.

—¿La baja en vocaciones les afecta?

—También está costando un poco más. Ahora, la Obra es muy joven, en ella trabaja mucha gente joven y en contacto con jóvenes. Salen vocaciones de los colegios. La otra vez saqué la cuenta y del Tabancura habían salido unos 40 sacerdotes, mitad para diócesis y mitad para la Obra. De los otros, no tanto.

—Es un buen reclutador el colegio.

—¡No! El colegio puede orientar, pero es en las familias donde se siembra. Creo mucho más en las mamás y en las abuelas para las vocaciones —enseñan a rezar, a ser generosos— que en los curas.

—Por otro lado, el de Bajos de Mena los conecta con la pobreza dura.

—Hay varios lugares así, porque en Chile todavía hay bastante pobreza. Más que la pobreza, lo que duele son las desigualdades. Lo que en el Evangelio siempre se ha criticado: habiendo unos que tienen; otros no tienen. Uno tiene que enseñarle a la gente que tiene: que la plata no es mala, pero no es para acumularla, sino que es un instrumento para servir. No basta, eso sí: es necesario gente con espíritu. Nocedal comenzó porque un abogado al que le iba muy bien en un banco, decidió dejarlo para ayudar en una zona de pobreza. ¡Y es el hombre más feliz!

—Un sector político alerta que la desigualdad genera una presión que puede estallar. ¿Detecta esa rabia?

—La rabia existe. Y es comprensible. En la medida que se produzca este esfuerzo de generosidad, eso se va quitando. Esa es la revolución cristiana: el amor.

"Hay un lema que uso: «No se queje, haga algo»"

—Con el contacto con la juventud gracias a los colegios, ¿cómo la percibe?

—Cosas positivas primero: Tienen muchos deseos de ayudar; tienen una gran capacidad para ser protagonistas, por eso hay que dejarlos hacer, pues si uno empieza a poner muchas trabas... Si se equivocan, ahí rectificamos.

—¿Y la contracara?

—... Bueno... Lo que dicen siempre: la dificultad para comprometerse más definitivamente. También el Papa ha hablado de la orfandad, por la falta de la figura de un padre, o por dramas familiares. Y lo más famoso, lo del demasiado desenfreno, pero en eso se exagera un poco diciendo «todos los jóvenes»... La otra vez leí un teólogo que decía que en el siglo IV San Agustín recomendaba que un joven no tomara mucho. ¡Parece que el problema es antiguo! Efectivamente la juventud es un poco distinta, pero hay cosas muy buenas: hay que rasgar en esos corazones, animarlos. Sí hay un alejamiento más de Dios, lo que ocurre en todo el mundo. No le tengo susto a eso. Una idea que nos transmitió nuestro fundador es que tenemos que ser como los primeros cristianos: Levadura. Eran muy pocos, y cristianizaron a través del amor.

—Los Andes y Tabancura se están coordinando en una red de padres por monitorear el carrete de los jóvenes. ¿Cómo ha resultado?

—Eso más bien lo hacen los papas y el colegio. Sé que están tomando medidas, pero no es mi misión revisar el carrete. Obviamente animamos que los padres enseñen a divertirse sanamente. No se trata de dar sermones, sino usar una estrategia buena para que resulten.

—Y si se miran los colegios del barrio alto y los más populares. ¿Dónde son más frecuentes problemas como las drogas?

—En todas partes. Muchas veces abajo es más duro porque los inducen a que trafiquen, y los de arriba se meten para probar cosas nuevas. Por desgracia la droga se ha ido metiendo —no sé a qué niveles, ni lo he estudiando— y les he dicho siempre a ellos que el tema hay que abordarlo y solucionarlo: con formación, atendiendo a cada uno. Y se dan charlas desde muy chicos, de séptimo básico o antes, para prevenir. Igual hay algunos que se meten, pero me parece que es minoritario si uno los ha abordado con tiempo, con la fami‐ lia, con ellos mismos. No hay que rendirse nunca. La esperanza es una virtud cristiana. El Papa dice que hay gente que ve todo de otoño, como que todo se va apagando, y hay gente que ve de primavera, que ve brotes. Y en la Iglesia se ven muchos brotes y si desarrollan, la cosa funciona.

Aborto: "Son más desafíos para explicar el Evangelio"

—Se acaba de aprobar el aborto, que el Papa definió como crimen contra la humanidad, y que desde la Obra rechazó con fuerza el obispo González.

—Claro que estas cosas duelen, y bastante, pero no tengo una actitud de «¡mira cómo está el mundo!»: son más desafíos para explicar el Evangelio. Es un fenómeno mundial e influye mucho en Chile. La otra vez me mostraban la ecografía de una sobrina, ¡y era una guagüita! Pienso que dentro de muchos años, el avance de la ciencia explicitará cada vez más esto y dirán «¡cómo!, ¿mataban a los niños antes de nacer?».

—Es rápido el cmbio cultural. En la encuesta Bicentenario UC 2016 el "No al aborto bajo ninguna circunstancia" lo compartía el 34% de los en‐ cuestados. Diez años antes era el 52%.

—Los tiempos son muy difíciles de manejar. Hay gente de la Obra en países donde el 0,2% es católico. Y me dicen «¡y tú te quejái porque ahí son 60%!». Entonces no me asusta. Me duele, claro, porque me gustaría que fuera de otra manera. Como nos decía mucho el anterior prelado de la Obra: los tiempos son los que nos tocaron vivir, por eso son buenos.

—Un cercano al movimiento es Mario Fernández, el ministro del Interior.

—... Bueno... bueno... eso es un problema más personal. Pero, ¡en fin!.

—¿Habló con él?

—Sí, varias veces. Tiene otras ideas... Es un tema muy complejo. Prefiero no

abordarlo en una entrevista.

—¿Cómo la Iglesia puede desarrollar estrategias más eficientes para llegar con su mensaje?

—Una Iglesia en salida, como dice el Papa: no se puede estar a la espera de la gente; vamos a la calle (...) Me hubiera gustado que (el proyecto no saliera), pero mi batalla no es que no se apruebe el aborto, sino que la gente ame la vida.

Una Iglesia en salida, como dice el Papa...

Ad portas de la llegada de Francisco

"Este Papa transmite una gran alegría"

—¿Y el Papa, cómo cae en este Chile tan distinto al de 1987, cuando llegó Juan Pablo II?

—Probablemente lo cultural y político sea un poco distinto. Pero para mí es la corteza. Estamos tratando de ayudar en preparar los corazones: esto es como una siembra y debe llegar profundo. No simplemente «que bonito lo que dijo».

—Pero viene a ponernos el dedo en la llaga al menos en dos temas: Araucanía e inmigración.

—Sí, pero yo pienso en muchos otros temas. A los jóvenes les pide —no sé si lo dirá aquí— no balconear, no mirar desde el balcón: que los cristianos bajemos a estar ahí. En la Iglesia siempre se dice que más que con la predica‐ ción, lo que más llega es lo que la persona transmite con su propia vida. Este Papa transmite una gran alegría; todos sus discursos son de esperanza.

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