Copiapó, una ciudad bajo el barro

En los últimos años, Chile ha sido noticia por la gran cantidad de desastres naturales a los cuales nos hemos enfrentado. En este tiempo los chilenos nos hemos caracterizado por grandes muestras de solidaridad, acudiendo rápidamente en ayuda de nuestros compatriotas, así es como los del Sur ayudan al Norte y el Norte ayuda al Sur.

En los últimos años, Chile ha sido noticia por la gran cantidad de desastres naturales a los cuales nos hemos enfrentado. En este tiempo los chilenos nos hemos caracterizado por grandes muestras de solidaridad, acudiendo rápidamente en ayuda de nuestros compatriotas, así es como los del Sur ayudan al Norte y el Norte ayuda al Sur.

Este último mes no ha sido la excepción y hemos auxiliado a nuestros compatriotas del Norte, en concreto a las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo.

Entre los días 24 y 26 de marzo los diferentes pueblos y ciudades de la zona quedaron sepultados por el barro a raíz de grandes aludes, producidos por un gran temporal. Los números que publican las autoridades de la zona dan cuenta de 26 fallecidos, 120 desaparecidos y 29.741 damnificados.

La ayuda no se hizo esperar y en el Centro Cultural Los Montes -en coordinación con el Colegio Tabancura- nos movilizamos con un grupo 17 personas entre alumnos del Centro de Alumnos del Colegio Tabancura y otros de 4° medio que frecuentan los medios de formación. Nuestro destino era Copiapó, en la zona de Paipote, y nuestra misión era sacar el barro que había dentro de las casas.

Llegamos con la idea que trasmitían las autoridades, de que el 80% del barro ya había sido retirado, pero la realidad nos impactó: ver pueblos y zonas de las ciudades sin agua potable, luz eléctrica y alcantarillas, y lo más impactante, dentro de las casas el barro, hasta 1,50 cm de altura, el que hay que retirar con palas y carretillas.

Nos instalamos en la Casa de Acogida de Paipote y rápidamente nos pusimos a disposición de la señora Maritza, secretaria del párroco de la zona. Un grupo comenzó por palear el barro de la misma casa parroquial, limpiando baños, salas de clases y de reuniones para que pudieran comenzar a funcionar con más normalidad. Algunas voluntarias de la Parroquia nos repartían agua y comida, preocupándose de cada uno de los voluntarios de la zona, facilitándonos así el trabajo.

Otros partimos a ayudar a la familia de don Isaías. Su casa, impacta a primera vista. Las de sus vecinos fueron literalmente arrasadas por el barro y autos y camiones siguen enterrados en el barro. Nos pusimos a trabajar de inmediato en un clima de mucha exigencia, pero al mismo tiempo de gran alegría. Retiramos muebles, cocinas, lavadoras, refrigeradores, y por supuesto barro. Tomás comentaba cómo se arrepentía no haber traído botas, mirando con envidia como Julio se movía, gracias a las suyas, enterrado hasta las rodillas. Todo este trabajo siempre era acompañado por las bebidas que continuamente nos traía don Isaías, como recompensa por nuestro avance. En dos días logramos limpiar completamente la casa.

Al hacer el balance final, comentábamos lo impresionados que estábamos con las personas del lugar. Don Pedro, diácono de la zona, que perdió gran parte de su casa y que por ello vive actualmente en las dependencias de la Parroquia, nos trasmitió todo el tiempo mucha alegría y nos animó a seguir ayudando, pero sobre todo a crecer en amor a Dios y hacerlo todo cara a Él y no por “el qué dirán".

Es tal la necesidad de ayuda, que José Luis, dejando de lado un tranquilo fin de semana en la playa con la familia, propuso a Felipe volver a Paipote y así nos comprometimos para regresar en 2 semanas más. Pablo no se quiso quedar atrás y ofreció ayuda para organizar los Trabajos de Invierno del Tabancura en Paipote.