Con los pies en la tierra y la mirada en el cielo

Juan Gabriel Irarrázabal y Javier Ibáñez son dos chilenos que recibirán su ordenación sacerdotal este 9 de mayo en Roma junto a otros treinta fieles de la Prelatura, de quince países.

Un triste hincha, no puede creer que el equipo que sigue los fines de semana desde Pamplona esté a punto de descender a segunda división. Juan Gabriel Irarrázabal es un abogado chileno de 33 años y fanático de Cobreloa: “No están siendo años fáciles, pero la garra está ahí, los hinchas no fallan y tenemos Estadio nuevo" asegura con entusiasmo.

En Roma, en cambio, Javier Ibáñez, ingeniero de 36 años, está dichoso por su tiempo en la última maratón de Roma. Bajó su marca a menos de 3 horas y espera con ansias el próximo evento deportivo: “Me gustan las carreras de 21 kilómetros porque cuando te vistes de deporte, el banquero y el obrero están en la misma condición, sólo gana el más rápido, y eso rompe barreras y genera grandes amistades con personas muy diferentes".

Juan Gabriel, fanático del fútbol, la lectura y el ciclismo, y Javier, apasionado del running, los caballos y la música, son dos de los 32 diáconos del Opus Dei que recibirán la ordenación sacerdotal el próximo sábado, de manos del prelado, Mons. Javier Echevarría.

Ambos saben que sus vidas cambiarán y que su principal prioridad ahora será atender a los fieles y administrar los sacramentos. Sin embargo, convertirse en sacerdotes no implica dejar de lado la trayectoria y las aficiones ya que como asegura Juan Gabriel: “nada queda fuera de la vocación, porque nada en mi vida es indiferente para Dios y nada de mi vida sobra para poder estar más al servicio de los demás. La gracia sobrenatural del orden sacerdotal se apoya allí y asume todo. El Papa Benedicto XVI decía algo análogo hace unos años a los jóvenes: Dios hace nuestra vida bella y grande; Él no quita nada, sino que lo da todo".

“Una antena repetidora del Papa"

Esperan su ordenación con gran ilusión. La ven como un enorme desafío y le piden a Dios ser aquello que hoy les plantea el Papa Francisco. Javier comenta: “No hay que quedarse en la casa tranquilo, sino salir a las calles, dedicar todo el tiempo disponible para el ministerio sacerdotal y al servicio a los demás. Con un ejemplo de la ingeniería, me gustaría ser como una antena repetidora del Papa, y hacer del mensaje del Evangelio el centro de mi predicación".

Juan Gabriel agrega que “hoy es un desafío apasionante seguir el ejemplo del Papa Francisco de dedicar tiempo generoso al culto eucarístico, animar a todos a acercarse al perdón de Dios, empezando con su propio ejemplo de acudir a la Confesión, y hablar con valentía, despertando en las conciencias una preocupación efectiva por los que son descartados por la sociedad".

Aseguran que los ejes centrales de su nueva labor serán la celebración de la Eucaristía y muchas horas dedicadas al confesionario.

Javier explica que “veré milagros todos los días, primero el de la Eucaristía y luego el de tantas almas que recibirán el perdón y los otros sacramentos. Le pido a Dios que me ayude a poner énfasis en la Misa y a estar disponible para confesar y predicar lo mejor posible. Creo que ese es el modo de servir a los demás y darles fuerza para que todos en la Iglesia nos hagamos servidores de los que más lo necesitan"

La familia semillero de vocaciones

Ambos vienen de familias católicas y verdaderas “iglesias domésticas", como explica Juan Gabriel. Es el lugar donde los hijos encuentran y aprenden a amar a Jesús. Los futuros sacerdotes coinciden en que el ejemplo de sus padres fue fundamental en su formación cristiana: "al entender siempre la vida como un regalo y un camino hacia Dios, han sido un testimonio en el día a día".

Proveniente de una familia numerosa, Javier asegura que “les agradezco la formación que me dieron y me gustaría querer a la Eucaristía y a la Virgen María tanto como ellos. También debo mucho a mi tío Manuel Camilo Vial (obispo emérito) y a mi tío José Miguel Ibáñez, sacerdote, en los que siempre he visto un ejemplo a seguir".

Juan Gabriel comenta que criar a los hijos en un clima de libertad y de amistad con Dios es fundamental y explica que a pesar de que la vocación sacerdotal la da Dios éste sin duda escucha a los padres y abuelos que piden para los suyos un don así. Y con satisfacción cuenta que hace unos días el Cardenal Ricardo Ezzati ordenó a su primo hermano Daniel Irarrázabal, junto a otros cinco nuevos sacerdotes de la diócesis de Santiago.